El ingrato destino engulló la esperanza,
vomitando desprecios, plantando dolores,
el alma noble en fiel remembranza,
atesora ternura, destierra rencores.
Dolidas lágrimas en soledad vertidas,
fertilizan campos de silvestres flores,
Oasis amargo de ilusiones perdidas,
indelebles recuerdos de dilectos amores.
Voluntad infinita en la espera paciente,
del corazón amante, melancólicos latidos,
labios vacilantes en oración ferviente,
noble holocausto de sentimientos heridos.
Tiernos anhelos que en férrea batalla,
arrebatan al destino el amor hurtado,
lastimera voz que el silencio no calla,
repite incesante, el nombre amado.
Vuelta la presencia, el espíritu en calma,
nobles propósitos que ven resurrección,
ese amor que es pilar del alma,
en dulce sufrimiento alcanzó redención.
Autor: Víctor A. Arana,
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